sábado, 6 de febrero de 2016

Me gustaría poder desgarrarme la piel hasta dejar mis costillas desnudas. Sacarme el corazón y lanzarlo a una hoguera.

Cada vez que muestro piedad, cada vez que tiendo una mano, cada vez que sirvo de apoyo, la gente clava sus problemas con chinchetas en mi espalda. No podéis imaginar el dolor que causáis, no sois capaces de mirar más allá de vuestra propia órbita, jugáis con los demás como si no sintieran los golpes.

Me paro a estudiar mi vida y no encuentro a nadie que no sea tóxico para mí. Desde el que se burla de mi día a día con su actitud de mierda, el típico bufón que comenta gilipolleces para hacerte sonreír aunque te saque de quicio, el que viola mi horario indiscriminadamente negándome mis refugios. Al que llama cuando lo necesita y nunca lo coge.

Los humanos sólo saben pedir y pedir, no tienen límite en su ego y van a convertir su entorno en sus enemigos. No se contra qué coño lucháis los que no necesitáis aislaros del mundo, os sentáis en las gradas del circo y bebéis y coméis mientras los gladiadores se matan entre si.

Ojalá nunca hubiera saltado el diferencial aquel Abril de 2005. Me fío de dos, y uno no eres tu.

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