lunes, 8 de agosto de 2011

Cárcel de ideales


Hoy, y por un tiempo indefinido me encuentro en el corazón de los Infiernos. Un incesante Tántalo repiquetea en mi mente recordándome que estoy solo. Me han arrancado del seno de mi felicidad, me han despojado de todo cuanto amo y me han arrastrado hasta mi perdición.

Tras kilómetros de viaje, veía a mi alrededor cómo el cielo se tornaba negro, mientras mi coche se adentraba en la bruma en lugar de alejarse. Un Cerbero de metal se disfrazaba con la palabra “Bienvenido”, invitándome a disfrutar de mi estancia en el corredor de la muerte.

Entre cuatro paredes encuentro refugio por un tiempo. Fuera, sólo hay vacío y miedo. Espectros que se envidian entre ellos por una ilusión de importancia habitan este submundo de incultura. Otra lengua, otras ideas, otras creencias, miedos irracionales que alimentan mi agorafobia. Pensar que al salir ahí fuera tendré que ocultar lo que soy en realidad, mis ideales… Lanzarte a un mar donde los tiburones muerden sin preocuparse de si eres comida, donde nadie se molestará en escucharte, en preguntar por tus deseos, donde no importas, donde no existes.

Y mientras busco un atisbo de luz en mi condena, reflexiono y rezo por que alguien venga a rescatarme, o matarme, antes de que sea mi demencia la que me tome como pasto.


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