martes, 5 de febrero de 2013

El principio del fin

Hemos llegado. El camino se estrecha, y el largo recorrido de 35 años de supuesta paz ha acabado.

La gente eligió mal, ¿o no eligió?, y los que ahora deben representar a la gente se encargan de estrechar más la soga en sus cuellos. Hemos elegido la muerte, que al menos sea rápida e indolora.

 Esos hombres de hierro que nos gobiernan ahora duermen en oro. Y la excusa que han creado para justificar que nosotros durmamos en barro es una crisis mundial. Han querido unir a la humanidad, cada vez más cercanos, cada vez más mundiales. UE, FMI, OTAN… Tan sólo lazos con los que agrupar al rebaño. Ya no vemos color de piel, ya no vemos religión, sexo; ahora vemos hermanos, compañeros de camino, gente a la que pedir ayuda. Pero nos separan muros altos y dolorosos, infranqueables, bien defendidos. Dentro de nuestro muro, hemos alegado una superioridad moral para defender nuestro fracaso material. Ser más cercanos a Dios nos alejaba de los que construían su industria en la tierra. Años después, los que trabajaron por su fortuna fuera de nuestros muros vuelven a pensar en quién le ayudó a construirla; y aquí dentro nos obligan a construirla, nos roban, expolian y pisan. Y nos dejamos, porque el que se levante es un terrorista peligroso. Los que ahora han sido elegidos han perfeccionado sus botas, más altas y pesadas, para poder pisarnos mientras roban.

Y cuando alguien descubre que han robado… Lo niegan, y listo. Al fin y al cabo, los que han de juzgar a nuestros ladrones comen el pan que les compran ellos. Una vez más, la cúpula de una mafia saldrá impune y seguirá robando, ahora con más fuerza, mientras les vemos hacerlo sin valor para alzar nuestras voces. Patético.

Que arda Génova antes de que ardan los papeles que pueden demostrar que los que allí habitan han robado. Viva España.

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