jueves, 31 de mayo de 2012

Ansias de incinerar

Sin miedo a equivocarme puedo asegurar que este es el peor día de toda mi vida. Tras 7 años de romance apasionado abandono mi colegio, sin pena ni gloria, sin celebración, sin luto.
Que se puede esperar de lo que aparenta ser un día cualquiera, que quien dice ser tu amigo te meterá en problemas que no buscas, haciéndote culpable de algo que nunca hiciste, de dañar a otra persona cuando te has martirizado a diario por no hacerlo.
Y el mal trae mas mal. Mi cuerpo y mi mente se ponen de acuerdo para estallar, decir lo que piensas a la persona menos indicada, o incluso cosas que no piensas. Cuando los ánimos se calman, si algo puede salir mal saldrá peor.

Si hace tiempo ya perdí la razón de mi vida, busqué otra manera de sobrellevar mi tormento. La música debía salvarme. Desatar una espiral de sentimientos encontrados acelerando la sangre, bañado en sudor y conteniendo las lágrimas. Pero no se podía mantener el Status Quo. Ahora una sombra de mi pasado decide resurgir y arruinar mi presente, desmoronando mis planes para el futuro como ya hizo una vez. Un gigantesco tsunami devastador, que no contento con llevarse una vida, ahora acaba con los restos.

¿Y qué opina mi sangre? ¿Qué opina mi esófago de esto? Latido tras latido, el pulso se descontrola y bombardea mi respiración. No sirve llorar, no sirve gritar, no sirve vomitar. Sólo el fuego redentor puede salvarnos de nuestros pecados. Sólo cuando el mundo conocido se haya reducido a cenizas se podrá reconstruir de nuevo. Las pavesas serán transportadas por el aire, y se posarán sobre los lagos. Pero debe arder. Todo debe sucumbir bajo las llamas, sin derramar una lágrima por la humanidad perdida. La felicidad del hombre pasa por su extinción.
Ya lo escribí, lo grabé, lo profeticé y sucedió varias veces. Pero una vez más no sienta mal a nadie:

RESURGE LA FURIA, RABIA RESULTANTE QUE EXIGE QUE ARRANQUE RASGANDO SU PIEL

No hay comentarios:

Publicar un comentario