jueves, 2 de junio de 2011

Diario de guerra, prólogo y Capítulo 1

Escribo este diario a fin de que alguien futuro no cometa los mismos errores del pasado. Hace apenas un mes que decidí luchar por lo que creo y unirme a una de las múltiples bandas que día a día destruyen nuestras calles. Las calles de una de tantas ciudades desplegadas bajo el humo negro, donde según los más viejos había una esfera luminosa llamada Sol. ¿Qué locura no? Si algo así existiera, todos quedaríamos ciegos. Los viejos culpan de su desaparición a la industria, los transportes y la avaricia humana, que poco a poco cegó su inteligencia. Recuerdo que de niño los ancianos me contaban historias sobre un mundo en el que se la superficie era habitable, se podía ver gente a través de una caja, donde había praderas verdes de césped fresco y brillante y unos seres llamados animales. Un mundo en el que existían enfermedades, y unos señores llamados médicos se encargaban de curarlas. Eran una sarta de bobadas, pero por entonces era un crio, y eso creo que me excusa.

1 de Mayo de 1027 después del Holocausto

Comienza un nuevo mes. Esta mañana he salido del refugio nuclear al que tengo el dudoso gusto de llamar “hogar”. Allí vivimos todos, en una compleja red de túneles subterráneos que confluyen en una amplia plaza. ¿Fuera? Fuera solo hay muerte en las calles. Hoy he salido dispuesto a ser uno de los que la provocan. Al abrir una de las puertas que protegen los túneles del temible exterior, me he topado de lleno con una de las bandas que afuera gobiernan.
-Civil, vuelve a terreno seguro- me dijo uno de los hombres.
Iban todos muy uniformados, con un código de color muy limitado. Todos llevaban los mismos pantalones negros ajustados, cubiertos por unas botas que alcanzaban el gemelo. En la parte superior iban cubiertos por la capucha de una sudadera negra, y sobre ésta, una cazadora negra. Lo que no comprendía eran las chapas de color blanco prendidas en la cazadora. Tras observarles bien, les conté mis intenciones y aceptaron a llevarme a su cuartel. Allí, un joven de aspecto extraño me mostró unos panfletos donde quedaba reflejada su ideología. Me pareció correcto todo lo que leí, pues se trataba de una banda protectora. Existen básicamente dos bandas: las destructoras, que se dedican a arrasar todo cuanto hay a su alcance con el fin de hacerse con el control de las ciudades; y las protectoras, que se encargan de impedir que esto suceda. En cualquier caso, los métodos de ambas no eran conocidos precisamente por ser muy civilizados.
Pues bien, una vez rellenados unos papeles con mis datos personales y demás información, me guiaron hacia la zona de examen para comprobar mis especialidades. Me explicaron que existen tres divisiones: la Azul está especializada en ataques relámpago de armas ligeras y proyectiles, dirigidos por la célebre Compañía sobre Ruedas, soldados motorizados sin miedo a la muerte; la Verde cuenta con la más alta tecnología bélica de toda la banda, y son los Grandes Ingenieros los encargados de diseñar las propias armas y seleccionar en qué terrenos son más útiles; y finalmente la Roja, una fuerza de combate armada únicamente con sus manos, unos formidables guerreros cuerpo a cuerpo, y que están liderados por los temibles Asassin, soldados entrenados para matar sin saber ser detectados. El color de la división se colocaba sobre el uniforme mediante una placa del correspondiente color. Es por eso que tuve que preguntar por qué los hombre que me habían guiado hasta allí llevaban placas blancas. La pregunta era de sencilla solución, pues esos soldados pertenecen a la élite, a los escuadrones personales del general, hombres que dominaban las tres disciplinas y estaban dispuestos a darlo todo por la banda. Tras varias horas de pruebas físicas, intelectuales y de manejo de armas, me han destinado a la división Roja. Al parecer el examinador ha tenido dudas sobre mi destino, porque según él podría pronto ocupar un puesto de élite. Me han dado mi uniforme, mi plaquita roja y un rastreador. Me he cambiado para recibir mi primera clase en el frente junto a un instructor. Pese a lo que pueda parecer, el uniforme es realmente cómodo y permite total movimiento. La clase ha sido sencilla, sólo ha habido que hacer guardia y expulsar a unos intrusos en la zona A-2. Aunque el instructor ha dicho que nadie suele llegar tan profundo en los terrenos de la banda, la defensa aumenta un 15% en cada sector. Los sectores se agrupan de manera que el sector 0-0 es donde se sitúa el Cuartel General, y según se alejan se forman anillos de cuadrantes. El anillo esta designado por una letra, y cada cuadrante recibe un número, aumentando en 8 a medida que se alejan del 0-0. Así, A tiene 8 cuadrantes, B 16, C 24…

2 comentarios:

  1. Bastante interesante si señor, yo no es que sea de éstos generos, pero ha empezado muy bien!!Quizas un poco rápido...jejeje

    Avisa cuando este la siguiente!!!!=DDD

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  2. grismak
    muy bueno , en persona te dire lo k me ha gustado y lo k no, yo tambien tengo algunos escritos similares asi k enhorabuena por tu estreno en la literatura de guerra

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