lunes, 31 de agosto de 2015

Las sombras se alimentan del miedo que provocan en sus víctimas. Las heridas en la piel se hacen desde dentro y los latidos se aceleran hasta convertirse en un pitido. No he tenido tanto miedo en toda mi vida, y ahora es mi estómago el que me echa en cara el maltrato al que le tengo sometido.

Me repito que es sólo un día para evitar el pánico, pero comienza una nueva vida tras todo esto, puedo estar entrando en un camino totalmente desconocido, perder todo y a todos los que tengo, morir y por una vez, no renacer.

Puede que esta vez sea él quien tome el control para siempre, o que resucite a mi nombre real y me haga pasar por una persona hasta el final de mis días, pero llevo 3 fechas en mi lápida y no espero más salvo la que ponga punto y final a esta espiral de confusión.

Está todo preparado, cuando suceda cada uno sabrá lo que nunca me atreví a decir, y quizás sea tarde. Dolerá sobre todo a los que creen que no han hecho nada mal, descubriendo el veneno en sus palabras. Y si vuelve el mármol, no dejéis que arrastre al acero.



sábado, 29 de agosto de 2015

Sleeping death

Empecé a perder el control a raíz de noches como estas. La pequeña dosis de nerviosismo sufre una metamorfosis al unirse con la ansiedad y provocarte un insoportable insomnio.

Noto físicamente como cientos de orugas deambulan por el interior de mis pulmones, el aire raspándome cuando entra y cuando sale de mí, impidiéndome emitir un aullido desesperado. Tras varias horas retorciéndone de agonía en la cama lo único que deseo es gritar hasta abrasarme la garganta y desgarrar todo a mi paso.

Un circuito de arañazos y cardenales reflejan la desesperación que empapa estas sábanas. Sería más fácil aclarar qué o quiénes roban mi sueño, sin duda, pero jamás harán nada por cesar. Putas noches. Y absolutamente ningún alma a tu lado para prometerte que acabará algún día, cada uno duerme en su infierno. Pero a algunos hombres aun nos da miedo dormir solos.

sábado, 22 de agosto de 2015

El ciclo del Universo

Pocas veces nos planteamos que nuestra felicidad depende del sufrimiento de otras personas. Existe una balanza que trata de equilibrar la limitada capacidad afectiva de los átomos del universo. Por este hecho para nada demostrado, y absolutamente ridículo, existe un número X de felicidad en el mundo y debe ser repartido entre sus habitantes. Dejando de lado a los depresivos crónicos, que nunca recibirán nada porque la química así lo quiere; y a los psicóticos optimistas lectores empedernidos de Coelho y basurólogos similares, que no conocen la tristeza porque una ley mágica lo impide; todos pasamos por montañas rusas, más o menos agresivas, de subidas y bajadas en el índice de felicidad.

Mientras unos retozan en su felicidad como cerdos en el barro, otros reciben esa bofetada de positividad en la cara produciendo unas irremediables ganas de vomitar purpurina. Y algunos simplemente queremos disfrutar de esos momentos en los que estamos en la más profunda mierda porque te permite sacar lo mejor de ti mismo de la absoluta nada.

A modo de resumen, dejaré un titular en mayúsculas, que es lo único que la gente vaga y plana se molestará en leer: METEOS VUESTROS LIBROS DE AUTOAYUDA POR EL CULO Y DEJAD A CADA UNO AUTODESTRUIRSE EN PAZ. SI ALGUIEN SE RAJA EL CUELLO DE LADO A LADO NO ES VUESTRO PUTO PROBLEMA.

Gracias por vuestra atención.